Biografía del Dr. Bach

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BIOGRAFÍA DE EDWARD BACH

Edward Bach nació el 24 de septiembre de 1.886 en Moseley, cerca de Birmingham, Inglaterra, en el seno de una familia de origen galés.

Niño muy independiente, intuitivo y sensible, destacaba por su perseverancia y determinación.   Disfrutaba del contacto con la naturaleza, era muy positivo y con gran sentido del humor, aunque en ocasiones, le gustaba pasear solo por el campo y quedarse horas en silencio contemplando los árboles y las flores.

Siempre mostró una gran sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno, era muy solidario y compasivo, y ya desde pequeño, manifestó su propósito de ser médico.

Durante 3 años trabajó en la fundición de latón de su padre, donde se da cuenta de que sus compañeros iban a trabajar incluso estando enfermos, pues si no, se quedaban sin trabajo y gastaban mucho dinero en médicos y medicamentos.

Observó que los médicos no hacían gran cosa para curar las enfermedades, solamente les daban medicamentos para aliviar los síntomas. Esto incrementó sus deseos de encontrar un método sanador sencillo y natural para todas las enfermedades.

Durante ese tiempo, también ejerció como  representante de los productos de la fábrica de su padre, pero al parecer no tenía mucho talento comercial.

Hubo un momento en su vida en que llegó a cuestionarse si estudiar medicina o hacerse sacerdote, pues para él, Cristo era el Gran Sanador, ya que curaba cuerpo, alma y mente.

Decidió estudiar medicina, pero tenía miedo que sus padres no pudieran costearle la carrera.

Habló con su padre, quien le aconsejó que siguiera su vocación, pues él se encargaría de pagarle los estudios y darle una mensualidad, con lo que podría matricularse inmediatamente.

A los 20 años ingresa en la Facultad de Medicina de Birmingham (1.906), graduándose en 1.912.

Como estudiante, Edward Bach dedicaba poco tiempo a los libros, sentía que la teoría no era suficiente para un médico, ni el mejor método para tratar a seres humanos que reaccionan de forma muy diferente frente a las enfermedades.

Pensaba que la verdadera forma de estudiar una enfermedad consistía en observar a cada paciente, viendo el modo en que cada uno era afectado por la enfermedad, y como las distintas reacciones influían en el desarrollo de las patologías.

Observó que el mismo tratamiento no siempre curaba todos los pacientes de una misma enfermedad. Sometiendo a un tratamiento a miles de personas, la mitad reaccionaban bien y el resto de manera diferente. El mismo fármaco curaba algunos y no tenía efecto sobre otros.

Continuó observando y pudo notar que los pacientes con personalidades o temperamentos similares, también tenían respuestas parecidas al mismo medicamento, mientras que aquellos pacientes que tenían personalidades diferentes, necesitaban también un tratamiento diferente, aunque todos padecieran la misma enfermedad.

Descubrió que la personalidad del individuo era más importante que su cuerpo para el tratamiento de su enfermedad. Para Bach, la PERSONALIDAD del ser humano que sufría era el indicador fundamental del tratamiento necesario. La actitud del paciente frente a la vida, sus emociones y sentimientos eran elementos de vital importancia para el tratamiento de las dolencias físicas.

Comprobó que los enfermos que tienen alicientes, mejoran mucho antes que los deprimidos y tristes. Se dio cuenta también de que muchas veces el tratamiento prescrito era más doloroso que los síntomas de la enfermedad. Esto aumentó su convicción de que el método para la verdadera curación debería ser suave, indoloro y no invasivo.

Los apuntes de su época de estudiante se convirtieron en la base del sistema médico que descubrió 20 años más tarde.

Todos sus esfuerzos se dirigían a un solo objetivo: hallar una cura simple y segura para la enfermedad y humanizar la medicina tradicional.

La observación y la experiencia eran su único medio método de aprendizaje, hasta el punto que cuando recibió sus títulos de médico exclamó: Necesitaré cinco años para olvidar todo lo que me han enseñado”.

Durante el año 1.913 Edward Bach trabajó en el hospital University College como funcionario médico para accidentes. Algo después, en el hospital Nacional de Templanza, como cirujano residente para accidentes.

 Después de algunos meses, sufrió un gran agotamiento físico que le obligó a dejar su cargo.

Cuando se recuperó instaló un consultorio cerca Harley Street, donde pronto tuvo muchos pacientes. A media que sus consultas aumentaban, se sentía cada vez más insatisfecho con los resultados de los tratamientos, ya que aunque muchos pacientes mejoraban, esa mejoría no se sostenía en el tiempo y volvían  a empeorar.

 Le decepcionaban los casos de enfermedades crónicas y prolongadas, para las cuales no parecía funcionar ninguna terapia.

Bach sentía que la medicina tradicional no era efectiva, que la cirugía era una solución parcial que sólo aliviaba algunos casos.

Pensaba que, en la mayoría de los casos, el fracaso se debía a que los médicos tenían pocas oportunidades de estudiar a los pacientes en forma integral. Están tan ocupados que sólo se concentran en el aspecto físico de los pacientes, sin tener en cuenta que cada individuo reacciona de forma diferente según su personalidad.

Están formados para buscar los tratamientos a partir del estudio de la enfermedad, e ignoran la personalidad del ser humano, y Bach estaba convencido que así, descuidaban los síntomas más importantes del paciente. Esto le decide a buscar otros métodos para curar, y empieza a interesarse por la inmunología. Comienza a trabajar como bacteriólogo asistente en el hospital del University College, y espera encontrar respuestas a sus interrogantes en la bacteriología.

Descubrió que ciertos gérmenes intestinales considerados poco importantes, tenían mucha relación con la curación de las enfermedades crónicas.

Creyó que estaba a punto de descubrir un método de tratamiento para curar aquellos casos que hasta ese momento eran incurables. Esos gérmenes, estaban presentes en los intestinos de todas las personas y se hallaban en cantidades mucho mayores en los intestinos de los pacientes que sufrían enfermedades crónicas.

Se dedicó a estudiar estos bacilos, tratando de descubrir qué relación guardaban con las enfermedades crónicas, y si contribuían a su mejoría o la impedían.

Después de algunos meses de estudio empezó a pensar en una vacuna preparada a base de esas bacterias intestinales, que inyectaba al paciente, y que depuraría al organismo de las sustancias tóxicas causantes de las enfermedades crónicas.

Los resultados que obtuvo con esta práctica fueron mucho más allá de lo esperado. La salud de los pacientes mejoró notablemente. Éstos afirmaban que se sentían mejor que nunca, y dolencias crónicas, como artritis, reumatismo, jaquecas desaparecían totalmente.

A pesar del éxito, el doctor Bach no estaba totalmente satisfecho, porque le parecía un método de curación doloroso e invasivo. No le agradaba inyectar las vacunas de forma subcutánea, provocando dolor en el paciente, tanto en el momento de la aplicación como posterior a ella, ya que la zona quedaba hinchada y dolorida.

Empezó a buscar una forma de aplicación más simple.

Descubrió que si aplicaba la siguiente dosis de vacuna cuando los efectos de la anterior habían desaparecido, los resultados eran mejores que si administraba las vacunas a intervalos periódicos de tiempo, y las reacciones también eran más leves. Esto le parecía positivo, ya que empleaba menos inyecciones. A veces pasaban semanas, meses y hasta años antes de que el paciente requiriera una nueva dosis. Sólo cuando el paciente mostraba una recaída o su estado se volvía estacionario, se hacía necesaria una nueva dosis.

En este tiempo su estado de salud no era bueno.

En 1.914 estalla la Primera Guerra Mundial y Bach no es reclutado para el servicio activo, dada su precaria salud, aunque le adjudican 400 camas de heridos de guerra en el Hospital del University College. Compagina su trabajo con investigaciones en el campo de la bacteriología.

Entre 1.915 y 1.919 trabaja como asistente clínico de bacteriología en la escuela médica del hospital del University College. Trabaja sin parar, no descansa un solo día, y llega a sentirse tan agotado y enfermo que se desmaya en su mesa de laboratorio. Estaba determinado a no ceder a sus debilidades, había mucho trabajo por hacer y mucho dolor que aliviar.

En 1.917 padece hemorragias producidas por una enfermedad que desconocemos, que podría ir desde un cáncer muy diseminado, hasta una posible patología autoinmune, que hacen temer por su vida, pero que probablemente sirven para reafirmarlo y comprometerlo más en su camino. Lo operan a vida o muerte, y se sabe que le extraen el bazo.

Cuando su estado mejora, los médicos le dicen que le han extirpado localmente la enfermedad, pero que esta podría extenderse y que sólo le quedan tres meses de vida.

Pasa semanas en cama con mucho dolor físico y psicológico. Lentamente va aceptando la idea de su gravedad, pero decide que aprovecharía al máximo el tiempo que le quedaba de vida para continuar su obra, aunque no pudiera terminarla.

En cuanto puede moverse, aunque su estado sigue siendo muy débil, vuelve al laboratorio del hospital y se hace cargo de todo el departamento durante unas semanas.

Trabaja día y noche sin descanso, en el hospital bromeaban diciendo que la luz de su laboratorio era «la luz que nunca se apaga».

A medida que pasa el tiempo olvida su enfermedad y se siente cada vez más fuerte. Se dio cuenta que los tres meses de vida que le habían pronosticado ya habían pasado y él se sentía mejor que nunca.

Quienes le habían visto gravemente enfermo estaban sorprendidos con su recuperación. Un amigo suyo que había presenciado su operación, le dijo ¡pero Dios mío!¡Bach, tú estás muerto!

Sus vacunas preparadas a partir de bacterias intestinales cada vez son más utilizadas en el tratamiento de enfermedades crónicas, con tan buenos resultados, que la mayoría de los médicos adoptan el tratamiento.

En 1.918, en la gran epidemia de “gripe española”, el doctor Edward Bach fue autorizado extraoficialmente a inyectar sus vacunas a las tropas de algunos campamentos de Inglaterra, salvando así miles de vidas.

En su consultorio de la calle Harley cada vez tiene mayor cantidad de pacientes.

Había logrado eliminar una gran cantidad de drogas y medicamentos agresivos.

Sus descubrimientos tienen cada día más difusión y su resultados se publican en las revistas médicas y en las actas de la Real Sociedad de Medicina de 1.920.

A pesar de este gran progreso, Bach no estaba satisfecho. Había un grupo de enfermedades que no respondían a su tratamiento, para las cuales no servían las vacunas y los procedimientos de diagnóstico eran demasiado prolongados.

 1.919 ingresa en el Hospital Homeopático de Londres como bacteriólogo y entra en contacto con la obra de Hahnemann, el padre de la homeopatía, dándose cuenta de que muchas de las ideas que tenía sobre el ser humano y la enfermedad, habían sido ya descritas y comprobadas 100 años antes. Esto lo estimula enormemente.

Alguien pensaba como él, que cada paciente requería un tratamiento particular. Según las palabras de Hahnemann: «el médico racional juzgará cada caso de enfermedad que queda a su cargo según sus características individuales, lo tratará de acuerdo con su individualidad, con un remedio individual adecuado”. (Organon pág. 48)

Hahnemann, como Bach, había entendido mucho tiempo antes que para curar realmente era necesario tratar a los pacientes de forma integral y no a la enfermedad. Había que tener en cuenta la personalidad y el temperamento del paciente, «las mentalidades», las llamaba Hahnemann, utilizándolas como guía para prescribir el medicamento adecuado, independientemente del problema físico.

Diagnosticando así, el médico podía prescribir el remedio necesario y el paciente podía comenzar el tratamiento de forma inmediata, sin retrasos en largos y agresivos exámenes y análisis.

El objetivo que le había guiado desde el comienzo de su carrera como médico, estaba expresado por Hahnemann en los primeros párrafos del Organon: «la elevada y única misión del médico consiste en devolver la salud de los enfermos, curar… “.

Este objetivo lo había hecho objeto de malas interpretaciones y cuestionamientos por los médicos ortodoxos y varias veces lo habían amenazado con retirar su nombre del Registro Médico. Pero nada de eso lo amedrentaba en su camino para encontrar una curación efectiva para aquellos que sufrían y no se conformaba ni aceptaba las teorías y reglas establecidas.

Cuando terminó de leer el Organon, Bach sintió que debía combinar los principios y hallazgos de Hahnemann con los suyos para mejorar ambos.

No quería cambiar la obra de Hahnemann, pero los tiempos habían cambiado. Continuamente se descubrían nuevas enfermedades y aquellas llamadas incurables habían sido poco atendidas en los últimos años.

Reconstruye el departamento bacteriológico del hospital homeopático de Londres. En poco tiempo el laboratorio se encuentra en plena actividad, y tiene que contratar asistentes, quienes se interesan tanto por su trabajo, que Bach tiene tiempo libre para dedicarse a sus investigaciones.

Entonces concentra todo su interés en la relación de su trabajo con el de Hahnemann respecto a la enfermedad crónica.

Aplica a sus vacunas el método homeopático, pasando a ser de inyectables a orales. Estas vacunas, llamadas nosodes, preparadas homeopáticamente y administradas de forma oral, permitieron tratar cientos de enfermos crónicos con excelentes resultados.

Bach sintió su trabajo plenamente justificado y consideró que estaba avanzando paso a paso hacia una medicina menos agresiva, que él consideraba sumamente necesaria.

Al mismo tiempo, Bach estaba agrupando los diferentes tipos de personalidades de los pacientes, según el grupo bacteriano predominante y encontró que los siete grupos bacterianos correspondían a siete personalidades humanas específicas. Comenzó a tratar a los pacientes según sus síntomas temperamentales con los siete nosodes y los resultados superaron todas sus expectativas.

Ya era capaz de predecir, a partir del tipo de paciente y de sus síntomas, qué organismo encontraría.

Este sistema diagnóstico le causaba una gran satisfacción, porque le evitará al paciente el malestar, la incomodidad y las demoras de los exámenes físicos, que le agotaban y debilitaban.

Con sus vacunas y nosodes se obtenían cada vez mejores resultados en enfermedades crónicas. Los Siete Nosodes de Bach, fueron aceptados por los médicos y usados tanto por alópatas como homeópatas, en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y otros países.

Bach no dejaba de difundir estos logros en beneficio de los enfermos. Con cada conferencia escribía trabajos para revistas médicas.

En ese tiempo ya prescribe sus vacunas basándose íntegramente en el temperamento del enfermo.

A pesar de todos los éxitos no está conforme con el tipo de sustancias con las que trabaja (bacterias intestinales).

Comienza a buscar productos naturales como plantas y hierbas con las que sustituir las bacterias. Para Bach, ya en esa época de su vida, lo más importante en el aspecto terapéutico, era la transformación integral del ser, y para ello, intuye que los remedios que maneje en lo sucesivo deberán ser: naturales, simples de obtener y preparar, no tóxicos y útiles para todos los seres vivos.

En 1.922, trabaja en el hospital homeopático de Londres y había aumentado tanto su trabajo que apenas puede continuar con sus investigaciones. En su consultorio de Harley Street  tiene más trabajo del que puede atender. Por otro lado atiende gratuitamente a los pobres porque quiere que los beneficios de su trabajo lleguen a todos aquellos que lo necesitan.

Para seguir investigando en los siete nosodes, renuncia a su cargo en el hospital homeopático de Londres y se muda a un amplio laboratorio en Park Crescent .

Empieza a ser reconocido por sus colegas y entre el círculo de médicos homeópatas empieza a ser llamado «el segundo Hahnemann».

En 1.926 publica su libro «la enfermedad crónica: una hipótesis de trabajo», escrito en colaboración con el doctor Wheeler, de Londres, que lo había asistido en sus investigaciones en el hospital homeopático londinense. El libro tuvo una amplia aceptación entre los médicos y todos aquellos que probaron sus métodos tuvieron tan excelentes resultados, que las vacunas orales pronto reemplazaron a las inyectadas.

Comienza a recibir visitas de médicos extranjeros que quieren trabajar con él en su laboratorio a fin de aprender sus métodos. Esto le permite difundir aún más sus conocimientos y cumplir su deseo de que lleguen al mayor número posible de personas.

Gana mucho dinero, pero todo lo invierte en instrumental y equipo de investigación para su laboratorio y en los sueldos de sus colaboradores. Casi no le queda dinero para sí mismo y cuando deja Londres para comenzar su nuevo trabajo sólo tiene algunas libras.

Paralelamente, describe la relación entre la dieta alimenticia y la enfermedad y recomienda a sus pacientes comer vegetales, frutos secos y frescos y cereales, para reducir la cantidad de toxinas intestinales.

Los resultados de la combinación de su dieta con el tratamiento de vacunas, fueron tema de un trabajo titulado «la toxemia intestinal en su relación con el cáncer«, que expuso el congreso homeopático británico de Londres del año 1.924. En él explicaba que la mejoría lograda se debía al tratamiento integral y no local. De esta manera, Bach demostraba científicamente una condición que durante años había intuido: que el temperamento del paciente era la clave para determinar el tratamiento indicado.

Tiempo después, con los remedios florales, pudo descubrir que «curar» era lograr que un paciente «que no se sentía bien» se «sintiera bien».

Sigue insatisfecho con el tipo de remedios utilizados. Siempre había querido reemplazar las bacterias intestinales que utilizaba por remedios más puros y decidió enfocar sus investigaciones hacia este objetivo. Decidió que buscaría nuevos remedios en las plantas y hierbas de la naturaleza y descubrió que ciertas plantas tenían efectos similares a los del grupo de bacterias. Empieza a realizar experimentos con ellas, pero nota que le falta algo que le impide tener tan buenos resultados como con los nosodes.

En noviembre de 1.928, ante la sociedad homeopática británica de Londres, pronuncia un discurso donde se refiere a este hecho.  Su trabajo es publicado en la revista homeopática británica en enero del 29 y en él anuncia públicamente por primera vez la nueva medicina que descubriría y perfeccionaría que pocos años después.

Algunas citas de su discurso:

«desearía que fuera posible presentarles siete hierbas en lugar de siete grupos de bacterias con que siempre parece haber cierta repugnancia en la mente de muchos, como cualquier cosa asociada a la enfermedad, en el tratamiento de estados patológicos».

«Estamos trabajando para reemplazar los nosodes bacterianos por plantas y hemos encontrado relaciones casi exactas en algunas de ellas. Por ejemplo, Ornithogalum (SBE) vibra de manera casi idéntica al grupo Morgan y hemos descubierto una alga marina con casi las mismas propiedades del tipo Dysentery pero nos falta una cosa, y este punto nos impide avanzar en el esfuerzo por evitar el uso de los nosodes bacterianos; este punto vital es la polaridad”.

Los remedios naturales son de polaridad positiva y los que han sido asociados con la enfermedad son de polaridad negativa. En este momento, esta polaridad negativa parece ser esencial en los resultados que estamos obteniendo con los nosodes bacterianos. Tal vez en un futuro cercano podamos descubrir una nueva forma de potencializar.«

El doctor Bach descubrió esa nueva forma de potencialización sólo dos años más tarde, y eliminó por completo el problema de la polaridad.

En el mismo discurso definió la enfermedad de tal manera que hacía evidente la orientación de sus nuevas ideas: «la ciencia trata de demostrar que la vida es armonía, un estado de afinación y la enfermedad es disonancia, o una evidencia de que no todo está vibrando armónicamente».

1.928 es fundamental en su vida, porque nace su nueva obra. Cada momento que no trabaja en el laboratorio ni atiende sus pacientes, lo dedica a buscar plantas y hierbas para reemplazar a los nosodes bacterianos.

Pasa días enteros en el campo, en los parques o junto al mar y regresa a su laboratorio cargado de muestras que potencializaba y probaba, comparando sus resultados con los que había tenido con los nosodes, pero nada lo dejaba completamente satisfecho.

Está convencido de que los agentes de curación debían estar entre las plantas y árboles de la naturaleza y decide que debe comprender mejor la enfermedad, su causa y su efecto sobre el cuerpo y la mente del paciente.

Una noche, Bach estaba en un banquete sin muchas ganas y aburrido. Entonces decide observar a la gente de su alrededor y comienza a darse cuenta de que podía dividir a las personas en determinados grupos. Advirtió que cada individuo en ese salón pertenecía a alguno de esos grupos. Observaba el comportamiento, su forma de comer, de hablar, su tono de voz, sus actitudes corporales.

Se daba cuenta de que algunas personas eran tan semejantes entre sí, que parecían familiares, aunque no lo eran.

Fue elaborando los grupos y comparándolos con los siete nosodes bacterianos. Descubrió que había agregado más grupos tipo al número inicial, y sospechaba que encontraría aún más.

Comenzó clasificar a las personas en grupos-tipo, a preguntarse cuál era la relación con los nosodes y de qué manera podría aplicarse a la enfermedad y a su curación. Se preguntaba si las personas del mismo grupo tipo padecerían las mismas enfermedades. Cuando se hizo esta pregunta, inmediatamente le vino la inspiración de que los individuos del mismo grupo no padecerían las mismas enfermedades, pero sí que aquellos pertenecientes a un mismo grupo reaccionarían de manera similar a cualquier enfermedad.

A partir de este momento comenzó a observar minuciosamente a cada paciente que acudía a su consulta. Bach prestaba atención a cada característica, cada estado de ánimo, cada reacción a la enfermedad, cada costumbre. Cuando podía utilizar los remedios de los que disponía, escribía sus recetas teniendo en cuenta sus observaciones.

En 1.928 viaja a Gales donde descubre las 3 primeras flores de lo que más adelante será su sistema floral (IMPATIENS, MIMULUS y CLEMATIS), preparándolas por el método homeopático del mismo modo que preparaba las vacunas orales. Cuando comenzó a usarlas, recetándolas de acuerdo con la personalidad del paciente, observó con satisfacción que los resultados eran positivos, inmediatos y muy evidentes.

Con estos pocos remedios comenzó a tratar a sus pacientes de acuerdo a su tipo, y los resultados obtenidos con ellos los publicó en The Homeopathic World en febrero de 1.930, con el título de «Algunos remedios nuevos y sus usos«.

Su convicción de la posibilidad de reemplazar los nosodes bacterianos por hierbas naturales era tan grande, que a finales de 1.929 abandonó todo tratamiento y comenzó a utilizar sólo estos tres remedios: Mimulus, Impatiens y Clematis, mientras continuaba buscando más plantas.

En 1.929 Bach tiene 43 años y una floreciente consulta que le reporta grandes beneficios. Sus trabajos son publicados en las revistas científicas más importantes de la época. Goza de una excelente reputación entre sus colegas (alópatas y homeópatas). Su laboratorio y sus investigaciones progresan vertiginosamente, siendo su futuro profesional brillante. Sin embargo, hay algo que no funciona del todo bien, Bach siente que debe haber algo más.

En 1.930 entra en una profunda crisis vocacional y espiritual y, guiado por su especial intuición, siente que su amor a la naturaleza y su conocimiento de las plantas lo van a llevar a encontrar algo definitivo. Cree que para obtener los secretos que la naturaleza guarda, debe sentirse totalmente libre, siendo imprescindible para ello librarse de las ataduras inmovilizantes del pasado (Parece estar bastante  relacionado el hecho de haber asistido a las conferencias que en Londres dictara un ya anciano Rudolf Steiner (1.861-1.925), el enigmático filósofo y vidente austríaco, creador de la Antroposofía).

Ese mismo año deja sus tareas, vende su laboratorio y quema todos sus trabajos, documentos científicos y anotaciones. Sus vacunas no corren mejor suerte: un esclarecido Bach las arroja sin contemplaciones por el desagüe. Renuncia a la logia masónica a la que pertenecía y se despide de sus amistades y colaboradores que, estupefactos, constatan la marcha de su carismático maestro.

De su vida afectiva, sabemos que estuvo casado en dos ocasiones y que tuvo una hija del segundo matrimonio. La enorme versatilidad y disponibilidad para con su obra que en lo sucesivo debería tener, probablemente le imposibilitaba una relación afectiva de las llamadas “estables”.

En mayo de 1.930 parte en tren a Gales, la tierra de sus ancestros. A partir de aquí empieza la gran aventura, la interior, la del conocimiento.

Cuando llega a Gales, descubre, decepcionado, que una de sus maletas, que él creía llena de morteros y manos de morteros para preparar los nuevos remedios que esperaba encontrar, estaba en realidad llena de zapatos.

Algún tiempo después estaría contento con su error ya que su nuevo método no requería de ninguna de esas herramientas. Sin embargo, los zapatos le resultarían indispensables, porque en los años siguientes caminó cientos de kilómetros.

Recorrió todo Gales, condados, ríos y mares, observando la naturaleza y a las personas. Durante los años siguientes se consagra plenamente a la búsqueda de remedios. Esa búsqueda exterior es superponible e inseparable de la interior, de la que le dicta su alma. No sabía qué plantas tenían las propiedades medicinales que buscaba pero sí sabía que todas serán benéficas, porque estaba convencido que las plantas venenosas no podían tener una función curativa en el organismo humano.

Los remedios que busca debían ser suaves, fáciles de ingerir sin reacciones secundarias desagradables y su efecto sería tan efectivo que llevarían a la curación de la mente tanto como del cuerpo. También quería descubrir un nuevo método para preparar los remedios, más simple que los que había utilizado hasta entonces.

Caminaba muy temprano una mañana por un campo cubierto de rocío, y se le ocurrió que cada gota de rocío debía contener alguna propiedad de la planta donde se apoya. El calor del sol, a través de rocío, serviría para extraer esas propiedades hasta que cada gota estuviera llena de esa energía curativa. Pensó que si podía extraer de esa manera las propiedades de las plantas que buscaba, los remedios obtenidos contendrían energía pura de las plantas y curarían como ningún remedio lo había logrado antes.

El método para extraer los poderes curativos de las plantas sería tan simple como el proceso que utilizan las abejas para extraer la miel, el más perfecto de los alimentos, que es obtenida de las flores.

Descubrió que el calor del sol era esencial en el proceso de extracción, ya que el rocío de las plantas que estaban a la sombra no tenía la misma energía que el de las que habían estado al sol.

Bach siente que toda la energía de las plantas está concentrada en las flores. Se centra en las silvestres y desecha las potencialmente tóxicas y las de baja vibración (amapolas, orquídeas, etc.). Elige las de los sitios soleados para trabajar. Piensa que extraer el poder curativo de las flores no debe ser complicado y en un principio utiliza el rocío de las primeras horas de la mañana. Más adelante, comprueba que la energía de la flor puede ser vehiculizada por el agua, por lo que aplica el método de solarización para unas y el de cocción para otras.

El método de solarización fue el que utilizó, tiempo después, para preparar los primeros 19 remedios florales. Acerca de su método de obtención dijo: «que la simplicidad de este método no los persuada de su utilización, pues ustedes descubrirán que cuanto más avance en sus investigaciones tanto más habrán de advertir la simplicidad de toda la creación.»

Bach pasa por diversos estados emocionales acompañados de sufrimiento, impaciencia, irritabilidad, depresión, miedo, indecisión,… Estos episodios fomentan una determinada sensibilidad. De hecho,  esto determina que él sea su propio laboratorio.

Entre 1.930 y 1.935, Bach prepara sus 38 remedios florales y escribe dos pequeños libros: “Cúrese Usted Mismo” y “Los Doce Curadores y Otros Remedios”, donde plasma su filosofía de la vida y describe con gran simplicidad sus remedios. En estos años, padece épocas de penuria económica, ya que le cuesta  cobrar sus consultas, viviendo de los donativos de sus pacientes más acaudalados y agradecidos.

El libro aclara que las enfermedades corporales no se deben a causas físicas sino a estados de ánimo perturbadores que interfieren con la felicidad de la persona. Explica cómo, de persistir dichos estados de ánimo perturbadores, provocan disfunciones de los órganos y tejidos corporales, causando enfermedades, ya que la mente controla, en forma absoluta, el estado mental y físico del ser humano.

Cualquier preocupación, miedo o depresión no atendida correctamente, provoca la pérdida de la paz y la serenidad y es llevada al cuerpo mediante los nervios, provocando la desorganización del correcto funcionamiento de los órganos y tejidos.

Apenas la mente recupera su paz y serenidad normales, recobra también el control sobre el cuerpo, que, automáticamente se purifica de las enfermedades que padecía. Estos estados de ánimo perturbadores son los indicadores del diagnóstico de cada paciente y los nuevos remedios florales cumplen la función de ayudar al enfermo a liberarse de la perturbación mental que produce su enfermedad.”

Bach deja Londres y se dirigió a la ciudad de Cromer. Allí durante un año aproximadamente encontró la mayoría de los 12 primeros remedios que llamó «los Doce Curadores».

Veía claramente los principios del nuevo sistema de curación y sabía que debía clasificar los estados de ánimo comunes a todos los individuos, y encontrar lo remedios correspondientes a cada uno.

Bach  dijo a un amigo: «la enfermedad es una especie de consolidación de una actitud mental y sólo es necesario tratar el estado de ánimo de un paciente y la enfermedad desaparecerá.»

En Cromer, un pequeño pueblo de pescadores permaneció de 1.930 a 1.934, con continuas idas y venidas a Londres y al país de Gales.

La dedicación exclusiva que tenía Bach con su terapia, no quita que fuese un hombre asequible para los lugareños. Se sabe que frecuentaba la taberna del pueblo regularmente, donde bebía, cantaba y jugaba como todos.

Los veranos que pasaba en Cromer, Bach tenía muchas posibilidades para estudiar la naturaleza humana, porque la ciudad se llenaba de veraneantes que pasaban allí sus vacaciones. Bach podía estudiar individuos sanos y esto le posibilitó una mayor comprensión de las dificultades humanas que el estudio de personas enfermas en hospitales. Sus observaciones confirman su descubrimiento previo de que cada individuo pertenece a un grupo o tipo determinado, y los miembros de cada grupo compartían el mismo carácter o personalidad. Era posible reconocer a los miembros de cada grupo por su comportamiento, estados de ánimo o actitudes. Por ejemplo, el tipo nervioso se mostraban temerosos de primer chapuzón en el mar; el grupo indeciso tardaba en meterse en el agua; los impacientes se metían apresurados; los ansiosos verificaban la temperatura del agua etcétera.

En épocas de enfermedad ocurría lo mismo. En una epidemia, cada individuo actúa de acuerdo con su temperamento, mostrando temor, indecisión, impaciencia, ansiedad u otra actitud, frente a la misma enfermedad.

O sea que no era necesario considerar la enfermedad y sus características, sino los estados de ánimo de los pacientes, para elaborar el tratamiento adecuado. Así, varios pacientes con la misma enfermedad requerían sin embargo distintos medicamentos para su recuperación, cada uno según su temperamento y estado anímico. Había observado a pacientes de un mismo tipo que padecían enfermedades muy diferentes, como asma, trastornos digestivos, reumatismo, etc. que reaccionaban a todas ellas de la misma manera, porque la causa de las enfermedades subyacía en su temperamento.

Los estados de ánimo pueden variar de un día a otro, a veces de un momento a otro, de modo que los remedios también debían variarse con frecuencia, para tratar cada estado de ánimo cuando aparecía. Cada vez que un paciente acudió a la consulta, debía ser considerada como si fuera la primera vez que se le atendía, y su diagnóstico y prescripción podía ser diferente cada vez.

Bach pensaba que serían necesarios remedios aislados o una combinación de remedios, según los estados de ánimo presentes durante la enfermedad.

Bach se concentró en aquellos estados de ánimo comunes a todos los tipos de individuos y a personas de toda edad, y encontró 12 principales:

ESTADOS DE ÁNIMO COMUNES A TODOS
1Temor   7Preocupación excesiva
2Terror8Debilidad
3Tortura mental o preocupación9Falta de confianza en sí mismo
4Indecisión          10Impaciencia
5Indiferencia o aburrimiento              11Exceso de entusiasmo
6Duda o desaliento   12Orgullo o reserva

Entre agosto y septiembre de 1.930 Bach repartía su tiempo entre sus observaciones de los diferentes tipos de personas en la comunidad, con sus caminatas por los campos y senderos cercanos a Cromer, buscando el resto de los remedios. Estudiando su flora encontró siete plantas con flores que tenían las propiedades que estaba buscando.

Todas crecían en los caminos y campos cercanos a la ciudad, eran simples flores silvestres que pueden encontrarse en la campiña de toda Inglaterra. Algunas nunca habían sido utilizadas como medicinas, otras habían sido empleadas como remedios muchos años atrás, pero habían dejado de usarse. Otras se seguían usando pero se sabía muy poco de su potencial curativo.

La primera flor que estudio fue AGRIMONY, una flor silvestre tan común que mucha gente pasa por su lado sin verla. Descubrió que la flor de esta planta curaba la preocupación, el desasosiego y el tormento que a veces la gente oculta detrás de una apariencia alegre.

Después experimentó con la flor de CHICORY, que es uno de los remedios para aquellos que se preocupan excesivamente por los demás. Brindaba la calma y serenidad para aquellas personas que se agitan e inquietan por estar pendientes de los demás.

Días después se encontró las pequeñas flores de VERVAIN, que crece junto a las piedras. Servía para calmar el estado mental tensionado y demasiado entusiasta.

Bach potencializó estas tres flores, AGRIMONY, CHICORY y VERVAIN con el método de solarización.

Ese mismo año potencializó el CLEMATIS, que crecían abundancia cerca del pueblo. Descubrió que este remedio cura al estado de ánimo soñoliento e indiferente y también era útil para casos de desmayos e inconsciencia. Frotando suavemente con él las encías, detrás de las orejas, las muñecas y las palmas de la mano, el paciente recuperaba rápidamente la conciencia.

Luego descubrió tres nuevos remedios que eran CENTAURY, CERATO y SOW THISTLE (cardo ajonjero), que luego descartó. Esta última es la única de los 12 remedios que no crece silvestre en Inglaterra ni es común, es una planta cultivada originaria del Tíbet. Bach la encontró en el jardín de una mansión en un balneario cercano. CERATO era el remedio para aquellas personas que desconfían de sí mismas y CENTAURY para los que padecen debilidad, porque vitaliza y fortifica la mente y el cuerpo.

A finales de septiembre los días eran más cortos y el sol brillaba con menor intensidad. Pensó que ya no tendría oportunidad de encontrar nuevos remedios. Sin embargo, un día encontró en un campo de rastrojos de trigo la pequeña SCLERANTHUS. Esta flor en el remedio para la indecisión y sus efectos secundarios. Éste fue el último remedio que preparó ese año.

Durante este invierno 1.930 acudieron a su consulta numerosos pacientes de Cromer y otras localidades para ser tratados con sus nuevos remedios naturales, los resultados obtenía eran tan buenos que lo alentaban a continuar en su búsqueda de los remedios que faltaban, y completar los 12 necesarios para su lista de estados de ánimo.

A comienzos de 1.931, Bach decidió dejar de atender pacientes durante una época para dedicar todo su tiempo a la búsqueda de los remedios que faltaban.

Viajó a Sussex y enseguida encontró WATER VIOLET. Cuando la potencializó mediante el método solar, descubrió que era el remedio para individuos tranquilos y reservados, solitarios, que soportan sus padecimientos y problemas en silencio.

En el valle del Támesis, descubrió GENTIAN, y que ésta curaría el estado de ánimo dubitativo en aquellos que se desalientan y deprimen con facilidad.

En la primavera de 1.932 regresa a Londres e instala de nuevo un consultorio, enseguida se le llena de pacientes. La falta de aire y el espacio de la ciudad comienzan a afectarle y enferma física y mentalmente. El único lugar donde encontraba un poco de alivio eran los parques, y permanecía horas sentado en ellos hasta que recobraba su fuerza y vitalidad.

Durante las horas que pasó en el parque escribió un pequeño libro titulado «Libérate tú mismo» el libro incluía una descripción de los remedios que había encontrado y sus aplicaciones.

Viaja a Kent para recuperarse en el campo.

Sabía que el remedio que le faltaba el más importante, el que cura el estado de terror de las personas que estaban en peligro o sufrían una grave angustia. Se dio cuenta que en estos casos cuando la gente sentía pánico ante una emergencia, el remedio contra el terror era sumamente necesario. Se dio cuenta que el suelo estaba cubierto de las flores doradas de Rock Rose y enseguida supo que era el remedio para el terror.

Con la flor ROCK ROSE completó la serie de remedios que llamó «Los Doce Curadores». Regresa a Cromer.

En dos ocasiones, el Colegio de Médicos está a punto de prohibirle el ejercicio de la Medicina. En 1.932 por anuncios en la prensa, promocionando su incipiente sistema floral, y el 1.935 por trabajar con ayudantes no titulados. En ambos casos, Bach responde contundentemente y, contra todo pronóstico, no es sancionado.

Viaja de Cromer a Marlow, a orillas del Támesis, donde permanece algunas semanas. No deja ninguna dirección para recibir correo y nadie conoce su paradero. Bach buscaba remedios para aquellos estados mentales más persistentes, correspondientes aquellas personas que sentían que no podía hacerse nada más por ellas, y o bien perdían las esperanzas o bien seguían luchando, pensando que debían resignarse a su enfermedad y adaptar a ella su vida y su carácter, hasta perder parcial o totalmente su propia individualidad. Para aquellos que habían estado enfermos durante tanto tiempo que la irritabilidad, la desesperanza o la preocupación excesiva se habían convertido casi en parte su carácter.

Parecería que los remedios para aliviar dichos estados mentales debían ser potentes, y debían encontrarse en las flores de plantas que crecen en grupos, que tienen colores llamativos y una gran belleza. Suponía que la energía contenida en esas plantas y árboles daría remedios que liberarían los que sufrían un estado de resignación crónico.

El primer remedio de esta nueva serie la encontró en la flor del arbusto GORSE. Bach la preparó por el método solar. Descubrió que GORSE en el remedio para aquellos enfermos que habían perdido las esperanzas de curarse, y que sólo continuaban con los tratamientos si se los persuadía.

La gente había descubierto su dirección y una multitud de pacientes le escribían e iban a su consulta. Escribe «Los Doce Curadores», en el que describe los primeros remedios que había encontrado, los estados mentales que curaban y las instrucciones para su preparación, prescripción y dosificación. Lo hizo público en un pequeño manuscrito, tipo folleto que vendió por una suma muy pequeña, para que estuviera al alcance de todos.

El siguiente remedio de la nueva serie lo encontró en las pequeñas flores del OAK, que contenía las propiedades para curar a aquellas personas que perseveran en sus objetivos, no perdiendo nunca las esperanzas, sin importar las dificultades que se le presenten.

En abril del 1.933 regresa a Cromer para preparar este remedio con los robles que crecían allí, y se queda hasta febrero del año siguiente. En ese tiempo encuentra y prepara el resto de los remedios de la a la nueva serie de los «Cuatro ayudantes».

En otoño de ese año en contra los dos últimos remedios de la serie, HEATHER y ROCK WATER.

Bach entregó a dos prestigiosos farmacéuticos de Londres juegos completos de las tinturas madres de forma completamente gratuita, a fin de que los remedios florales fueran accesibles y estuvieran al alcance de todos. Su única exigencia fue que los farmacéuticos vendieran los remedios al público al menor precio posible.

Una vez, se encontró con una mujer a la que ya conocía, egoísta, locuaz, con poca capacidad para escuchar, muy teatral…, y le preguntó qué planta o árbol le atraía más. Ella respondió sin dudar que cuando veía el HEATHER florido se olvidaba de todo y podía permanecer horas mirándolo. Bach examinó las flores HEATHER cerca del lugar donde había encontrado los remedios MIMULUS e IMPATIENS, y lo preparó por el método solar.

De un antiguo manantial famoso por sus propiedades curativas, tomó el preparó ROCK WATER, el cuarto remedio. Este último era para aquellas personas de ideales rígidos que se restringen y niegan muchos beneficios para sí mismas.

Había encontrado cuatro remedios de la nueva serie, GORSE, OAK, HEATHER y ROCK WATER. Decidió publicar sus descubrimientos, detallando el modo de preparación de los 12 primeros y los últimos cuatro y su modo de utilización. Comenzó a escribir el manuscrito «Los Doce Curadores y los Cuatro Ayudantes» y lo publicó en otoño de 1.933.

Bach ya sabía con claridad qué plantas necesitaba para curar los estados mentales que le faltaban. Necesitaba un remedio que brindara un firme deseo a aquellas personas que habían perdido el deseo de curarse o de vivir la vida en plenitud. Ese tipo de personas, cuando se enferman, no sienten motivación para curarse y no hacen esfuerzos para lograrlo.

Bach sabía que la planta WILD OAT tenía las propiedades medicinales para aliviar este estado mental.

El segundo remedio será necesario para curar aquellas personas que vivían la vida plenamente pero quedaban agotadas y débiles por el sufrimiento y carecían de fuerzas para seguir adelante. Bach descubrió que la flor del OLIVE reintegraba la energía y la salud a estas personas.

Por último estaban las personas firmes, determinadas, experimentadas y seguras de todo, que trataban de convencer a los demás de seguir su ejemplo. Ésas personas serían ayudadas por la flor de VINE.

Bach deseaba extraer las propiedades medicinales de OLIVE y VINE de las plantas en su entorno natural. Para eso escribió a algunos amigos que tenía en Suiza e Italia, pidiéndoles que potencializaran las flores por el método solar, y al poco tiempo recibió las tinturas de ambas plantas. VINE desde Suiza y OLIVE y VINE desde Italia.

En la primavera de 1.934 vuelve a Cromer y se dedica a visitar a pacientes. Además prepara una combinación de tres remedios para utilizarla en casos de emergencia, accidentes, shock, inconsciencia, gran dolor, miedo o pánico… La mezcla contenía ROCK ROSE, emergencias, terror, pánico y peligro; CLEMATIS para coma, desmayo e inconsciencia e IMPATIENS para estados de tensión y resistencia mental que provocan contracción física y dolor. Llamó a este remedio RESCUE REMEDY, y en adelante llevo siempre en su bolsillo una botella con esta mezcla.

Más adelante agregaría otros dos remedios a los anteriores, pero en aquel momento consideraba que era suficiente con estos tres.

En 1.934, Bach tiene catalogados 19 remedios y la sensación de haber llegado al final de su búsqueda.

Quería instalarse en un lugar cerca de Londres, abrir un consultorio y difundir su ubicación, para que todos los que le pedían que regresara pudieran localizarle. Después de pasar los últimos cuatro años viajando de un lugar a otro, sin permanecer mucho tiempo en ningún lugar. Sus amigos y pacientes lo habían perdido de vista, algunas cartas se extraviaban, otras las recibía después de mucho tiempo.

Deseaba reencontrarse con antiguos colegas médicos y poner a su disposición sus nuevos remedios, el nuevo método de diagnóstico de prescripción y alentarlos a utilizarlo. Unos pocos amigos médicos lo estaban utilizando con excelentes resultados. Sin embargo, la mayoría de sus colegas que lo consideraban un genio como bacteriólogo, ofrecían una gran resistencia hacia sus nuevas ideas y métodos y se negaban a reconocer su talento como herbolario, como él le gustaba ser llamado.

Bach esperaba demostrarles que los nuevos remedios florales podían curar casos desesperados e incurables, que no respondían a otros tratamientos.

Los pacientes no sólo recuperaban la salud física sino que mejoraban su estado de ánimo, recuperando la alegría de vivir.

En marzo de 1.934 se instala en Sotwell donde alquila una casa llamada Mont Vernon. En este tiempo escribe la segunda edición del libro «Los Doce Curadores y Siete Ayudantes», y lo publica en julio de 1.934.

Su naturaleza VERBAIN positivo en un cuerpo frágil, le pide descanso.

No comunica a nadie ni dónde está ni su condición de médico y allí se entretiene fabricando sus propios muebles de madera. Recupera sus fuerzas trabajando largas horas en el jardín. En esos días la gente empieza a enterarse de su presencia y comienzan a aparecer pacientes que requerían atención. Para que lo ayudaran en su trabajo y atendieran su elevada correspondencia diaria, formó a tres auxiliares legos a quienes llamó «equipo de trabajo«.

Su casa de Sotwell se convierte en el centro de su trabajo que, estaba seguro, algún día sería reconocido. El mundo entero utilizaría sus remedios florales.

Cada vez que iniciaba la búsqueda de un remedio, comenzaba a sentir él mismo el estado mental para el cual estaba buscando remedio. Y lo padecía con tanta intensidad que aquellos que lo rodeaban temían por su cordura. Estas experiencias ponían a prueba todo su coraje, pero Bach sabía que una vez que descubriera el remedio indicado, todos los síntomas y padecimientos desaparecerían.

El primer remedio de la nueva serie, CHERRY PLUM, fue encontrado en marzo de 1.935. Pocos días antes, Bach había estado padeciendo una inflamación de los senos frontales, fuerte dolor en los pómulos y un dolor de cabeza terrible persistente. El dolor era tan intenso que le desesperaba, y sentía que de continuar así perdería la cordura. Tenía la certeza de estar a punto de descubrir el remedio para este estado mental. La planta era ruda y leñosa, y como el sol a principios de primavera no tiene mucha fuerza, decidió hervir la planta. Las dejó hervir a fuego lento durante una hora, y una vez fría, coló el líquido y tomó unas gotas del remedio. Casi inmediatamente su agonía mental y su dolor físico cesaron, al día siguiente estaba totalmente curado.

En los siguientes seis meses encontró los 18 remedios restantes:

  • Las flores y ramitas de hojas tiernas de 11 árboles: ELM, PINE, LARCH, WILLOW, ASPEN, HORNBEAM, SWEET CHESTNUT, RED CHESTNUT, BEECH, CRAB APPLE y WALNUT
  • El brote y las flores rojas y blancas de los Castaños de Indias: CHESTNUT BUD y WHITE CHESTNUT.
  • Tres arbustos: HOLLY, HONEYSUCKLE y WILD ROSE.
  • Dos plantas: STAR OF BETHLEHEM y MUSTARD.

Esta última tanda va a tener características muy diferentes a las dos anteriores. Todos los remedios menos uno (WHITE CHESTNUT) se preparan por cocción. Para dar con estas esencias, que él mismo define como más espiritualizadas, debe pasar por los estados negativos que las mismas corrigen.

Un Bach físicamente precario, pero espiritualmente exultante, debe experimentar episodios de angustia extrema, depresión, miedo a perder el control, etc. No olvidemos que él mismo ha elegido ser su propio laboratorio, aunque a menudo se produzcan “reacciones explosivas”.

Esta tarea es tan dura, que Bach sólo sobrevivirá 14 meses para trabajar con su sistema al completo. Durante este tiempo, atiende numerosos pacientes, dicta conferencias, escribe, y sobre todo, constata la eficacia de los preparados.

A finales de octubre comenzó a sentirse enfermo y debió permanecer en cama. Su cuerpo no podía seguir soportando las tensiones de una actividad permanente. Sin embargo no dejó de trabajar y supervisar el trabajo de sus asistentes.

Pocas semanas antes de morir comunica a sus colaboradores: ”Mi tarea está cumplida; mi misión en este mundo está terminada.” (Existe un nº indeterminado de cartas de despedida fechadas el 1 de Noviembre. Algunas de ellas se pueden consultar en Bach por Bach).

El 27 de Noviembre de 1.936 muere mientras dormía en su casa de Sotwell (Inglaterra), dejando su gran legado a la humanidad. Desde entonces, más de 70 años de experiencia con sus remedios, han confirmado todos y cada uno de sus postulados. Los conocimientos sobre las flores fueron legados por el Dr. Bach a sus asistentes: Nora Weeks y Victor Bullen, quienes a su vez transmitidos esta información a John Ramsell, quien a su vez confió esta tarea a su hija Judy Howard.

Algunas de las plantas empleadas crecen en los jardines semisalvajes alrededor de la casa, mientras que otras provienen de los campos circundantes.

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