Desde hace cerca de veinte años los líderes de la aromaterapia científica, en colaboración con numerosos médicos, farmacéuticos y biólogos, estudian e inician nuevas investigaciones en aromaterapia. Desde el punto de vista científico en primer lugar, enseñan una evidencia, de esas que nadie ve: «Los aceites esenciales no son productos sencillos, sino más bien COMBINACIONES DE MOLÉCULAS VARIADAS teniendo cada una sus propiedades particulares».
Este primer paso podría parecer anodino, pero no lo es; su desconocimiento, o su no empleo, es el origen de una extraordinaria confusión en las mentes. Así, al abrir varios libros dedicados a las plantas medicinales, se puede constatar que en definitiva cada planta o su aceite esencial es susceptible de tratar casi todos los males. Hay que buscar primero el origen de esta aberración en las numerosas imprecisiones botánicas y después en la lista de los usos empíricos de las plantas. De hecho, sabemos, por ejemplo, que existen varios cientos de especies de eucaliptos, llevando todas el nombre «eucalipto», pero cuyos diferentes aceites esenciales presentan unas composiciones extremamente diversas y cuyas propiedades son como consecuencia más o menos alejadas, incluso a veces totalmente opuestas. Recurrir, por ejemplo, a un aceite esencial de eucalipto para tratar un estado infeccioso bronquial será coherente solo si esta especie contiene en mayoría unos alcoholes con propiedades anti infecciosas, como Eucalyptus radiata o globulus, entre otros. En el caso donde usaríamos Eucalyptus citriodoro, por ejemplo (cuya composición es muy distinta), ninguna mejora notable o suficientemente rápida (excepto en relación con el terreno particular del paciente) podría hacerse esperar.
La aportación fundamental de la aromaterapia científica desarrollada por Penoél y Franchomme es la aplicación práctica de la noción de “QUIMIOTIPO” o “quemotipo” o raza química. Por lo que concierne a la especie Thymus vulqaris, nuestro bien conocido tomillo, existe un cierto número de razas químicas: el tomillo, cualquiera que sea su biotopo (medio natural), tiene las mismas hojas, las mismas flores, los mismos granos de polen, pero sintetiza unos componentes diferentes; todo pasa entonces como si se tratara de plantas distintas. Por ejemplo, el tomillo con timol es un antiinfeccioso potente pero presenta una fuerte dermatocausticidad y un riesgo de hepático-toxicidad en dosis elevadas durante un largo periodo; por el contrario, el tomillo quimiotipo tuyanol, a pesar de ser igualmente antiinfeccioso, no es nada agresivo e incluso estimula las células hepáticas.
Este desconocimiento o este olvido de las especies y de los quimiotipos es por otra parte el origen de severos accidentes que tuvieron como consecuencia una limitación de la libertad de venta de los aceites esenciales. La negación, por algunos que se pretenden científicos y que niegan la existencia de los quimiotipos y la ineludible necesidad de conocerlos y usarlos en aromaterapia, relega sin ninguna duda a éstos a una época médica pre-científica.
La aromaterapia científica abre a las medicinas naturales una nueva vía hacia el reconocimiento de su interés, de su valor y de su utilidad primera para la salud de los humanos.